Beneficiarios de las cien mil viviendas 100% subsidiadas, dan un paso firme para superar la pobreza extrema gracias a la inclusión financiera
13 de Febrero de 2018
proyecto cin mil viviendas

Por Juliana Álvarez Gallego 

Directora de Banca de las Oportunidades 

Miles de colombianos se levantan a diario con la angustia de no tener recursos económicos para comer; de vivir con la incertidumbre de si al final del mes tendrán dinero para pagar el arriendo, los servicios públicos o la administración, y de tener un miedo permanente de enfermarse o que un familiar fallezca, pues carecen de seguros para asumir ese tipo de eventos adversos.

En su desesperación, acuden a préstamos con amigos, familiares o, peor aún, con prestamistas ilegales como los ´gota a gota´, que lejos de ser una opción para solucionar sus problemas financieros, termina, en muchas ocasiones, siendo una salida catastrófica.

Precisamente estos rostros que reflejan un gran drama humano en varias regiones del país, fueron el epicentro del proyecto de educación e inclusión financiera que se desarrolló durante dos años en 42 poblaciones de 15 departamentos de Colombia.  Se trata de población que se encuentra en condición de extrema pobreza, que pertenece al programa Red Unidos de Prosperidad Social y que habita los proyectos ‘Viviendas 100% subsidiadas’.

En el marco del proyecto liderado por Banca de las Oportunidades, que contó con el apoyo de Prosperidad Social y el Ministerio de Vivienda, se logró la conformación más de 3.200 grupos de Ahorro y Crédito Local, que beneficiaron a más de 46 mil personas en extrema pobreza que habitan en 59 proyectos de vivienda entregados por el Gobierno Nacional.  

Los grupos de ahorro son asociaciones autogestionadas e independientes de mínimo 11 y máximo 19 personas, que movilizan y administran sus propios ahorros y ofrecen préstamos a sus miembros para diferentes propósitos, desde atender sus necesidades básicas hasta iniciar un pequeño negocio.  Se destaca de la metodología la capacidad de fortalecer el capital social de comunidades en situación de pobreza y vulnerabilidad, permitiéndoles a las personas crear redes de apoyo basadas en la confianza, la solidaridad, la disciplina, el trabajo en equipo y la tolerancia.    

Un primer indicador que nos permitió inferir que recorríamos el camino correcto es que los grupos generaron ahorros por $1.310 millones y realizaron 2.647 créditos por $507 millones -un promedio de $192 mil por persona- que ayudaron a cubrir necesidades básicas como la compra de alimentos, pagos de administración y de servicios públicos de las viviendas. 

Además, más del 50% de adultos no bancarizados (4.581 personas) tuvieron la oportunidad de acceder, por primera vez en su vida, a un producto financiero formal y más del 50% de quienes ya estaban bancarizados (20.438), presentaron actividad en mínimo un producto financiero. 

Pero más allá de estas cifras que superaron las metas del proyecto, necesitábamos saber si las personas beneficiadas habían generado comportamientos financieros favorables en el interior de estas comunidades, que les permitiera dar un paso firme para superar su condición de extrema pobreza.

La Universidad de Toronto nos apoyó en la evaluación de los resultados de una encuesta de tejido social que midió el impacto social del proyecto entre la comunidad beneficiada. Se escogió a un representativo grupo de personas a quien se le aplicó la encuesta en dos momentos:  la primera (línea base) una vez se conformaron la totalidad de los grupos y la final (línea de salida), antes de finalizar el proyecto. 

De acuerdo con los resultados analizados, se obtuvieron alentadores hallazgos en varios aspectos analizados. Por ejemplo, un importante porcentaje de personas que en principio afirmaba “los ingresos no alcanzan para ahorrar”, modificaron ese concepto: de una línea base del 34% se redujo al 15% en la línea de salida.  

Así mismo, hubo un descenso en las dificultades económicas para atender necesidades básicas de los hogares, principalmente en alimentación, transporte y vestuario, pues se pasó de un 28% en la línea base a un 23% en la línea de salida

Igual aconteció con los problemas a la hora de pagar los servicios públicos (disminuyó del 52% al 45%) y la administración (14% al 12%), problemáticas planteadas por Prosperidad Social y MinVivienda antes de iniciar el proyecto.   También se evidenció cambios favorables en la planeación del uso del dinero, ya que disminuyó el número de personas que tuvo que recurrir a prestamistas informales como los ‘gota a gota’, del 14% que lo hacía disminuyó al 7%. 

También se pasó de un 25% que dijo en principio que acudía a familiares y amigos para pedir prestado dinero a un 19%. Se resalta, igualmente, el incremento del uso de ahorros propios ante una dificultad económica (14% al 22%).   En cuanto a la capacidad de ahorro también hubo cambios sustanciales; una proporción significativa de personas afirmó que empezó a ahorrar, principalmente, a través de los grupos de ahorro, porcentaje que pasó de 27% (línea base) a 65% (línea de salida).  

Según la encuesta aplicada, aumentó la participación activa de esquemas comunitarios para ahorrar o financiarse, pasó del 19% (línea base) al 25% (línea de salida). Igualmente, se incrementó las actividades productivas y relacionadas con negocios (9% a 12%). 

Estos resultados nos permiten concluir que la metodología implementada contribuyó a mejorar el uso del dinero y las actividades de ahorro y crédito en la población de extrema pobreza objeto del proyecto.   Igualmente, nos permitió inferir que el aumento del tejido social en los grupos de ahorro generó esquemas de confianza y permitió la creación de proyectos productivos asociativos.

El proyecto también dejó una capacidad instalada de ocho corresponsales bancarios en proyectos de vivienda de cinco departamentos y el desarrollo de capacidades financieras a más de 46 mil personas, que generan una gran oportunidad para que el sistema financiero siga ofreciendo productos adecuados a esta población, ya que cuenta con la capacidad de tomar decisiones financieras informadas.

Pero quizá lo más importante es que este proyecto permitió entregar herramientas efectivas a estas comunidades para que enfrenten y derroten la llamada pobreza extrema y así logren consolidar sus sueños a través del ahorro, el crédito, los seguros y la educación financiera.

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