Ahorradores de la comunidad Samutpiou, acompañados de Paula Mier, Consultora del proyecto en Uribia, municipio de la Guajira.
Llegar a La Guajira es como llegar a un mundo no convencional; es ver desierto, animales, enramadas (casas construidas con cactus), es enfrentarse a una cultura y lengua distinta. La sensación del viento húmedo y la alta temperatura hacen parte de la experiencia que se vive al entrar a éste maravilloso departamento al que se llegó hace casi 1 año con el programa de Inclusión Financiera de Banca de las Oportunidades.
Este proyecto es desarrollado en 13 municipios de La Guajira, incluyendo zona urbana y rural como es el caso de Uribia, donde se encuentra la comunidad Samutpiou, la cual es de difícil acceso debido al transporte; razón por la cual los Asesores se trasladan directamente al lugar para evitar que la población gaste dinero. En el trayecto tienen que hacer hasta 3 trasbordos para llegar a la enramada, punto de encuentro que fue construido especialmente para recibir las capacitaciones y depositar el ahorro mensual.
Para hacer realidad este proyecto, en primer lugar se habló con José Jusayu, Autoridad Tradicional, a quien se le explicó el objetivo principal y la metodología a implementar. Una vez se obtuvo su aprobación, se programó una reunión con la comunidad, para hacer la socialización y conformar los grupos de ahorro cuyos nombres serían Anajale’e (lugar donde guarda la plata) y Tawauya (semilla para cultivar), conformados por 11 integrantes cada uno. El proyecto tiene una duración de 6 meses y está dividido en 7 módulos, en los cuales se dictan charlas de educación financiera a través de los talleres y las cartillas que facilita Banca de las Oportunidades.
En estas reuniones siempre está presente Ángel Castillo, encargado de traducir a su lengua materna, el wayuunaiki todo lo que se dice. Así mismo, hace presencia el Comité Administrativo el cual fue designado por los grupos de ahorro y que está conformado por un presidente, un registrador, un portador de caja (donde están los ahorros), dos contadores y tres portadores de llaves, quienes son los únicos que pueden manipular la caja y llevar a cabo la recolecta del ahorro el cual puede ser de $5.000 en adelante. Además de ello, ahorran $2.000 por persona para un fondo social, que se utilizaría en caso de emergencia para la comunidad.
Al preguntarle a los ahorradores sobre su experiencia en el proyecto, cuentan con gran alegría cómo ha sido el proceso y cómo les ha cambiado la vida, puesto que estaban acostumbrados únicamente a invertir comprando animales y la idea de ahorrar era novedosa. Fue todo un reto, pues en su cultura no había habito de ahorro.
El compromiso de la comunidad con el proyecto es tal, que hay quienes caminan hasta una hora y media para llegar al punto de encuentro. Tienen muchas expectativas de saber qué les deparará el futuro ya que cuentan con educación financiera y el respaldo del proyecto para hacer realidad los sueños que alguna vez pensaron eran inalcanzables.
Por: Sonia Pinzón R. Comunicadora Social, proyecto de Inclusión Financiera en zonas de frontera con Venezuela.